martes, 9 de marzo de 2010

HOY EN DÍA

A pesar de que el concepto convergencia de medios ha sido una noción clave para valorar múltiples experiencias de comunicación y tecnologías educativas que han existido por lo menos en los últimos 50 años , pareciera que todavía existen ciertas dudas sobre su importancia, y que habría que seguir reflexionando, proponiendo o replanteando interrogantes (las mismas u otras que se requieran) sobre la pertinencia, funcionamiento o utilidad (tal como nosotros lo hacemos ahora) con la actual convergencia digital.

Por ello, una de las primeras interrogantes, tal como se ha expresado ya en distintos foros, toda convergencia tecnológica de medios deberá ir siempre acompañada de una convergencia expresiva de medios, ya que con frecuencia los profesionales de la comunicación audiovisual educativa y cultural creen que están utilizando un medio, pero en realidad lo que se hace es trabajar con códigos expresivos que le corresponden a otro: estamos utilizando lo audiovisual como soporte pero no lo audiovisual como forma de comunicación diferenciada .

En efecto, desde los primeros usos educativos de los medios audiovisuales, se iniciaron la producción de sus contenidos a partir de ciertas propuestas creativas, y tratando que sobre todo fueran educativamente significativas. Y con ellas, fueron surgiendo muchos de los formatos audiovisuales para la educación y la cultura, que todavía en la actualidad se siguen utilizado en diferentes programas o emisiones radiofónicas y televisivas, audios y vídeos, o bien simplemente se incorporan y se ofrecen por Internet.

No obstante, siempre se ha detectado que para una gran mayoría de personas, los contenidos de comunicación educativa (formativos o divulgativos) no logran despertar mucho interés por parte del receptor para que los pueda incorporar en sus hábitos comunicativos, que están más vinculados a la información y al entretenimiento.

Quizá esta cuestión fundamental sea la principal divergencia de medios que existe en la comunicación educativa y cultural, que si bien todavía sigue sin ser un gran conflicto, es en si ya un histórico fallo comunicativo a resolver. Pareciera que los formatos audiovisuales educativos todavía no han entrado del todo en los propios ámbitos donde debían de ser demandados y utilizados de un modo permanente y natural; e incluso, las industrias de contenidos digitales por Internet, que parecía que tenía todas las ventajas para estar en múltiples actividades, servicios y espacios educativos, se encuentra especialmente sólo valoradas para el entretenimiento o el ocio.

Y si bien muchas veces los comunicadores en el ámbito educativo y cultural han logrado que sus contenidos no se desvaloricen, también es cierto que muy pocas veces logran interesar a grandes grupos de audiencias; y aún cuando los medios de comunicación masiva dedicados al espectáculo y entretenimiento tienen en la captación de audiencia, una importante necesidad comercial; en el ámbito educativo y cultural, se debería tener como obligación. En una sociedad donde la enseñanza es obligatoria para todos, debería haber una auténtica obsesión por la audiencia, por llegar a todos, por evitar el fracaso escolar, por ser eficaces sobre todo con aquellos que más dificultad tienen y por tanto la única manera es adecuarse a la sensibilidad del receptor y manejar adecuadamente sus emociones .

Todavía se continua pensando que el problema de esta falta de interés por los contenidos educativos y culturales, es debido a que la mayoría de la gente se mueve sólo por emociones y que son muy pocos los que se mueven por ideas; pero, hoy se sabe que no es la razón lo que nos lleva a la acción, sino la emoción. Actualmente, se admite que por ejemplo, en televisión educativa no será válida una emoción que no conecte con el receptor, pues es imprescindible utilizar emociones que movilicen al receptor y por tanto que conecten con él. Es imprescindible utilizar una emoción que desencadene el pensamiento, y así utilizar la emoción como la chispa que enciende el fuego del pensamiento .

FLOR NAVARRO DE LA TORRE

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